Eres mi ciudad favorita. Eres mi amor platónico, y no porque no te conozca, no porque no quiera intimar contigo. Eres una ciudad, y de momento sólo quiero quererte desde la distancia. Tus calles, tus monumentos, tu multiculturalidad, tus tradiciones. Pero debo reconocer que últimamente me preocupas.
Desde mi distancia, desde mi lejanía, me llegan noticias tristes, noticias negras de distintos calibres. ¿Por qué tú? ¿Por qué te ocurre a ti? En los últimos meses tus calles han vivido dos atentados terroristas, o tres según se mire, y un grave incendio que se ha costado la vida de varios ciudadanos.
¿Estás bien? Me duele saber de ti sólo con tintes trágicos, con tono casi bélico, pero no ocurre lo contrario. Leo cosas sobre ti, sobre tus calles, sobre tus escapadas favoritas, sobre tus rincones secretos, sobre los mejores parques donde tomar el lunch, sobre las mejores rutas gastronómicas, pero todo enlatado, pudiendo ser consumido hoy, mañana o dentro de un mes. Me duele que sean las noticias de actualidad las que empañen mi pensamiento desde hace semanas.
Eres una de las ciudades más castigadas desde hace semanas. Los focos te enfocan. Las luces te iluminan. Eres la gran protagonista, pero no de nuestro cuento de hadas, no de nuestra historia de amor platónico que iniciamos hace muchos años. Londres, ¿qué te ocurre?