Los medios de comunicación viven tiempos de cambio. El consumidor, tanto a nivel usuario como parte del negocio, nos encontramos inmersos en un punto de inflexión que todavía genera tensiones, rechazo, e incluso nervios cuando ante nuestros ojos aparecen contenidos diversos, de todo tipo. Algunos positivos, otros negativos. Por otro lado aparecen otros que no pueden considerarse éticos, pero dentro del negocio, donde cada click es puro oxígeno, se ha abierto un nuevo horizonte que, tras años de supuesta aceptación, todavía sigue sin ser asimilado como normal, como algo normalizado.
El periodismo ha dado paso al protagonismo del entretenimiento. El periodismo nunca morirá. Resiste a marcharse, pese a que el negocio y el dinero lo hayan convertido en algo romántico, casi apartado para un nicho de mercado menor. ¿Le interesa a la gente el contenido de calidad o el contenido de consumo fugaz donde la calidad es el último de los requisitos? Realmente, el escaparate principal siempre tenderá al exhibicionismo, al entretenimiento.
Es vox populi, asimilado a nivel popular, que el periodismo no atraviesa su mejor momento de forma, que el periodismo se ha convertido en una lavadora de contenidos donde todo vale, donde no hay filtros, donde cabe un análisis del esquema de Zinedine Zidane y el nuevo Porsche que se ha comprado Karim Benzema, donde se analiza el carácter histórico de Leo Messi o el último baile de Neymar en Instagram. Evidentemente, los segundos casos, tienen prioridad, generan más morbo, más atención, generan más visitas y el negocio sigue manteniéndose vivo.
¿Están mantenido vivos las versiones web de los principales diarios a las empresas? ¿Generan las visitas web los ingresos que ya no llegan en materia de ventas diarias? Probablemente sí, y cada vez más. Es la ley de la insuficiencia, de la ambición desmedida. Si hoy haces 100.000 visitas, será algo maravilloso, pero si mañana son 90.000 nadie recordará que el día anterior fue una jornada positiva. Habrá que hacer 110.000 visitas, más clicks, más dinero para la empresa.
Noticias fugaces, cuyo valor empresarial y de interés no tiene mayor horizonte que las 48 horas. Si un futbolista hace algo concreto en sus redes sociales ese contenido será noticia hoy ("OJO al dardo envenenado de Mbappé en su Instagram... ¿contra el Real Madrid?"), y como mucho mañana. Pero mañana surgirán muchos contenidos idénticos, con el mismo valor temporal. La rueda continuará y el negocio deberá seguir adelante, vivo.
Pero a veces me hago la pregunta contraria. Pese a lo que se dice, ¿de verdad es una época mala para la creatividad en los medios de comunicación? Por un lado, es posible, pero como consumidor y como profesional del social media, también debo reconocer que la función del community manager, del redactor, ha adquirido nuevas características para hacer de algo menor algo productivo, válido.
A diario veo clickbaits, "cebos", en redes sociales dignos de un genio. No es fácil, creedme. No todo el mundo vale para ello. Pongamos un ejemplo: "BOMBAZO en el mercado de fichajes. La estrella que le ha dicho 'SÍ' al Atlético de Madrid", y colocan la foto de Ibrahimovic. ¿Dónde queda la intención del click si me han dicho que el Atlético quiere a Ibra? Por ello digo que no es fácil. No todo el mundo, aunque parezca sencillo, sabe hacer bien su función de community manager.
Es por ello que de verdad pienso que dentro de unos contenidos alejados de la pura calidad, existen métodos puramente creativos. Es complicado, pero existe la creatividad en la actualidad. En ocasiones, por vulgares que parezcan los contenidos, los posts en redes sociales, detrás existe alguien que debe dar con la tecla, alguien que debe rastrear la red buscando para localizar contenidos que vayan a generar visitas. Es su gran función, y lograr hacerlo no es tarea fácil, pese a que la gente tire el trabajo por tierra con ese tweet ya clásico de "Periodismo", dando a entender que ellos son maestros de la materia, que son expertos del periodismo, pero mientras sea gratis eso de opinar en redes, será el pan de cada día.
Existen contenidos web que son retorcidos y fantásticos al mismo tiempo. Convertir algo sin valores, impactante, lejano a la ética del "No se puede hacer negocio con así", en una historia imperdible, es una tarea muy complicada. Convertir un contenido simple, sin más historia que una foto de Instagram, por ejemplo, en un link efectivo, es una obra de arte. Sacar jugo a algo sin zumo, es muy difícil, y debería valorarse. Es por ello que estoy convencido de que hoy en día los medios de comunicación son más creativos que nunca. ¿Con valores diferentes a los que existían en el ámbito periodístico hace una década? Probablemente, pero la evolución y los cambios han llevado a esto, y lo que antes se catalogaba como artístico, como trabajado, sigue existiendo, pero su valor ha sido relegado a un segundo escalón, a la sombra de unos contenidos simples, de fácil redacción, de rápida creación, de consumo fugaz, que son la base del éxito comunicativo hoy en día.
Estoy convencido. Cada día más. La contradicción creativa del periodismo