Recuerdo que desde pequeño quería hacer del periodismo deportivo mi vida. Lo tenía claro. Disfrutaba con ello, me apasionaba, me llenaba plenamente, me hacía enormemente feliz. Pero no fue hasta más mayor, ya de adulto, claro está, cuando vi que debía tomar decisiones en mi vida, y lo tenía claro.
Por aquel entonces me planteaba trasladarme a vivir a una casa que tienen mis padres en una aldea, donde he crecido, donde sigo veraneando. Podía hacerlo. Tenía un empleo de freelance que me permitía total flexibilidad a la hora de localizar mi zona de trabajo. Podría decir que mi despacho, mi oficina, mi rincón de trabajo, era todo aquel lugar con una conexión Wi-Fi. Era así. De hecho, lo confieso ahora, tuve otra etapa en la que llegué a trabajar desde la piscina. Era una genialidad total. Bien. Partiendo de eso, decidí que era una buena idea trasladarme a la casa comentada, en una aldea de apenas 80-100 personas, donde tenía Internet, y donde podría empezar a tener mis momentos de independencia, pese a que la casa era de mis padres.
Fue en aquel momento de decisión, cuando me planteaba aquello (no llegué a hacerlo del todo), cuando me vino un flash a la cabeza. Había llegado el momento de hacer realidad esa idea de convertir el fútbol en mi estilo de vida, en mi vida. Vivir del fútbol, convertirlo en rutina, y poder vivir de ello. Era el plan perfecto. Fue el inicio de una vida que todavía actualmente mantengo. Es mi gran pasión, junto a las redes sociales. Sigo aprendiendo, sigo dedicando gran parte de mis jornadas al mundo del fútbol, pero ya no como trabajo, como actividad laboral, sino como un estilo de vida.
Todo esto lo cuento porque ayer recopilé a modo didáctico los mapas políticos de las principales ligas del fútbol europeo. Mapas de países con los diferentes equipos localizados. ¿Para qué? Para contextualizar a los clubes, para saber por qué un Schalke-BVB es un derbi, para saber por qué al Watford se le puede catalogar de equipo londinense pese a no estar en Londres. El fútbol como excusa para aprender, para localizar las ciudades de los clubes en los mapas. Pura curiosidad. Usar el fútbol como excusa para seguir adquiriendo conocimientos. Entre estos mapas incluyo uno a modo personal, por capricho, y es el de Islandia. Será como estudiar geografía, pero con la excusa del fútbol. Se aprende mucho mejor.
Los mapas son un ejemplo, sin más, pero lo llevo a cabo también con libros, por ejemplo. Hace unas semanas leía "St. Pauli: otro fútbol es posible", un libro dedicado al carismático equipo alemán para saber de su historia, pero al mismo tiempo para adquirir conocimientos históricos, políticos, sociales e incluso culturales de Hamburgo como ciudad, de la historia de Alemania.
El fútbol como excusa. Es un lema que cada día adoro más. Lo básico y principal es tener curiosidad y ganas de aprender. A partir de ahí, es algo maravilloso.