¿Sabéis esas botellas de agua que llevan los utilleros de los equipos de fútbol que sirven para “curar” a jugadores lesionados? Grandes gestos de dolor. Un dolor que debe ser inmenso, basándonos en la gestualidad y espectacular puesta en escena de los protagonistas. Pero, por arte de magia, de repente todo vuelve a la normalidad. Agua milagrosa, dicen. Algo así como esa botella mágica de la película 'Space Jam'. Magia, milagros. Ironía, claro. Algo así, magia, debe haber ocurrido en el Real Madrid durante la última semana. Solari dejaba el cargo de entrenador de la primera plantilla del conjunto blanco para ceder su trono a un Zinedine Zidane que llegaba de vuelta para intentar reorientar el proyecto madridista. Apenas días después, casi sin volver a sentarse en el banquillo blanco, Zidane obtuvo frutos del árbol madridista. El Celta de Vigo se convertía en la primera víctima del nuevo proyecto del francés en Concha Espina. Reiteramos, apenas días después. El equipo que iba sin rumbo volvía a ganar. Los jugadores que no valían, que generaban decenas de titulares extra-deportivos sobre su estado físico y su futuro, de repente eran titulares, e incluso alguno de ellos era capaz de marcar goles. Sí, los Keylor Navas, Marcelo e Isco, de nuevo eran válidos. Los que aparentemente no eran prioridad para Solari retornaban a su anterior estatus para ser titulares contra el conjunto gallego el pasado fin de semana. Y en el caso de Isco, incluso conseguía marcar el 1-0 de los suyos. Jugadores que pasaban de la más absoluta ausencia e indiferencia a tener relevancia, como había ocurrido hasta hacía un año, cuando Zidane dejaba el Real Madrid. Magia. Digno de la mejor clase de pociones o hechizos de Hogwarts. Nadie lo sabe (o igual sí, háganse una idea), pero los madridistas volvían a latir. Una victoria que luego sería seguida por la derrota del Atlético de Madrid en San Mamés, lo que significaba un recorte matemático del Real Madrid en la tabla clasificatoria. Digno de un hechizo, digno de una poción para recuperar épocas pasadas, físicos rentables y rendimientos positivos. Una forma irónica para explicar cómo en apenas días el equipo recuperaba sensaciones. Pero, sobre todo, para intentar entender cómo los 'apartados' de Solari volvían a tener oportunidades y protagonismo, sin ninguna acción previa, tras el adiós de Solari. Esta misma temporada ocurría algo similar en Inglaterra, en la ciudad de Manchester. En Old Trafford, más concretamente. De la noche a la mañana como quien dice lo que no funcionaba pasaba a funcionar, ser rentable y beneficioso. ¿Una situación patrocinada por una fábrica de colchones y camas? Quién sabe. Los conspiranoicos firman debajo de esa corriente que afirma que los jugadores son capaces de rendir mejor, o peor, e incluso de forzar su rendimiento a la baja para decidir el futuro laboral y profesional de sus entrenadores. Algo objetivo existe: en Manchester y Madrid, casi por arte de magia, lo que antes no funcionaba ahora sí. Con tramos cortos, con pocas decisiones lógicas. Simplemente variando la figura del entrenador. ¿Se había equivocado Solari en el Real Madrid o eran los jugadores quienes preferían a su antiguo entrenador y ahora que le tienen de vuelta vuelven a estar felices? ¿Son los jugadores capaces de decidir el futuro de un entrenador? Al menos existen detalles que son, digamos, curiosos.
Post publicado en mi colaboración semanal con Legalbet.