Gareth Bale vive seguramente uno de los peores momentos de su carrera deportiva. Aparentemente, todo es normalidad, no pasa nada, pero existe una realidad paralela a la que transmite su fútbol en la que, objetivamente, está certificando cifras pobres, alejadas a las expectativas creadas sobre su figura. En ocasiones pienso y me planteo si realmente le afecta todo lo que está viviendo porque uno ve al galés en sus apariciones públicas y parece estar al margen.
Me considero un seguidor de Gareth Bale. Su última temporada en la Premier League fue extraordinaria, maravillosa. Si uno piensa en el concepto de 'jugador franquicia' que está tan asimilado, normalizado y regularizado en la NBA, seguramente entienda cómo rindió aquel año. Un líder absoluto, un jugador total, valiente, determinante. Cifras goleadoras extraordinarias sin ser un delantero puro. En tardes plácidas y, sobre todo, cuando el viento no soplaba a favor. Cuando aquel Tottenham sufría, estaba en problemas, aparecía él. Siempre aparecía. Es por ello que, reitero, aquel último año me maravilló. No fue casualidad que aquel verano, tras la exhibición total en la Premier League, donde ganó el premio a Mejor Jugador de la Temporada, el Real Madrid cerrara su traspaso con unas cifras astronómicas, históricas y estratosféricas. Una operación económica que, finalmente, hizo sonreír al siempre robusto Levy, provocando que Gareth Bale cambiara Londres por Madrid. El conjunto blanco no se equivocó con su fichaje. Su temporada posterior, fue el gran ejemplo, y seguramente su mayor hándicap. Tras un fichaje económicamente gigantesco llegó, vio y venció. Pero las expectativas eran, entonces, enormemente complicadas de superar y comenzó su descenso, su dinámica difuminada, su cada vez menor rendimiento. Hasta el día de hoy. No está bien. Gareth Bale atraviesa un desierto sin orientación alguna, sin herramientas ni ayuda, y su destino parece que está nuevamente lejos del Santiago Bernabéu. Las grandes informaciones, los grandes rumores, apuntan a que saldrá este próximo verano. Ya se especuló con cierto peso mediático e informativo el pasado curso, pero el adiós de Zidane y la despedida de Cristiano Ronaldo crearon un nuevo escenario que acabaron convenciendo al jugador. A él y a la afición de cara a poder verle de nuevo a un buen nivel. Pero no. No pasó, no ha ocurrido, y entonces se ha desatado una preocupación muy importante.
Gareth Bale está a años luz de su mejor nivel, está muy lejos de las expectativas que le rodean como (supuesta) estrella mundial del mundo del fútbol que es. Y su salida se da por segura. Una salida que, viendo el contexto, analizando la situación, es lo mejor para todas las partes. El Real Madrid conseguiría (pese a todo) un buen pellizco económico, Zidane vería un hueco para su nuevo megaproyecto y el jugador podría recuperar su zona de confort en una Premier League que (según rumores) estaría esperándole con los brazos abiertos. Me gustaría mucho ver a Bale de vuelta en la Premier League. Allí donde vi a un jugador maravilloso, fantástico, determinante como pocos, a la altura de los grandes. Evidentemente, no me planteo verle de nuevo a aquel nivel. Primero, por su edad, han pasado años. Segundo, porque sus dos últimas temporadas han sido decepcionantes y volver a alcanzar su máximo nivel ahora mismo parece una quimera. Pero, insisto, si acaba saliendo me gustaría verle de nuevo en Inglaterra. Es la mejor solución para todas las partes. Él podría hablar y expresarse en inglés sin problemas, seguiría teniendo un contrato elevado con las altas arcas del fútbol inglés, más cerca de su entorno y seguramente en un gran club que le permitiría disputar los torneos más importantes. El Real Madrid daría salida a un futbolista que no transmite nada, o en su caso nada positivo, por una cifra que, pese a todo, no sería baja. Y Zidane, el último en llegar, tendría un hueco en el ataque para los Hazard, Pogba y aquellos jugadores que llevan semanas sonando para convertirse en parte de un proyecto madridista para la temporada 2019/20 que (todo sea dicho) tiene una pinta bastante interesante para los aficionados conocidos y extraños. La vuelta de Gareth Bale a Inglaterra parecería, ahora mismo, la mejor solución para todos, empezando por el propio jugador.