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Foto del escritorEsteban Gómez

La noche en la que creí en la manipulación televisiva


La RFEF emitía hace unos días un comunicado oficial acusando a las productoras de televisión de manipulación en las repeticiones ofrecidas por el VAR. Una afirmación rotunda, importante, seria que, además, fue plasmada desde un organismo oficial. Un comunicado incendiario que da la razón a unos, mientras que otros siguen inmersos en una realidad alterna que defienden a ultranza.

El fútbol español convive siempre en una batalla por defender sobre el campo lo que pierde a nivel institucional. Mientras algunos de los mejores jugadores del fútbol europeo son protagonistas en los terrenos de juego, arriba, en la cúpula, las dos grandes instituciones (como son LaLiga y RFEF) mantienen una absurda pelea por intentar batirse la una a la otra. Y sí, ambas defienden al mismo campeonato. Dicen, es la mejor liga del mundo, pero su imagen oficial, institucional, sigue sembrando unas dudas que incluso llaman en más de una ocasión a la tristeza.

Hace unas semanas escribía en este mismo espacio sobre las diferencias entre el VAR del fútbol inglés y español. La eterna comparativa. La eterna batalla por ser popularmente la mejor liga del mundo. Y detalles como los vividos últimamente con la tecnología del VAR empieza a quebrar la idea de la seriedad sobre el terreno español.

A corto plazo, la semana pasada, el incendio se activó en Mestalla por una ocasión aparentemente clara de mano dentro del área de Cucurella, jugador del Getafe. Una acción no señalada tras ser revisada supuestamente (ahora hablaremos de ello) por el VAR que indignó al valencianismo porque, de haberse marcado ese penalti, podría haber supuesto el triunfo del equipo de Celades. Por si esto fuera poco, en el post-partido, al día siguiente, saltó la noticia de que la instalación de la herramienta en el estadio valencianista tiene problemas desde hace tiempo, lo que provocó el error en la reclamada acción contra el equipo azulón. No se pudo ver bien la repetición para decidir si era penalti, o no. No se dispuso de la repetición perfecta para demostrar que la acción era ilegal y, por lo tanto, penalti a favor del Valencia. Es decir. Las televisiones ofrecieron unas repeticiones que no tenían los encargados de la sala VOR. Un caso surrealista.

Evidentemente, la decisión de los colegiados sería, entonces, correcta. Pero no porque no fuera penalti, sino porque no tenían todas las repeticiones que, en cambio, sí tenían las televisiones. Analizando sus imágenes, las que disponían, la acción se decidió con el material disponible.

No es la primera vez desde la implementación del VAR en España que surgen informaciones en medios asegurando que durante tramos de tiempo durante partidos determinados existe desconexión, que el VAR no funciona en ocasiones. Entiendo que son vacíos temporales en los que los árbitros rezan de la sala VOR rezan para que no haya polémica, para que no se produzca un gol en fuera de juego, para que no haya una acción problemática. Eso ha existido en la sombra, en silencio.

Ahora, un contexto diferente. La RFEF oficialmente arremetió duramente contra las productoras televisivas acusándolas de manipulación, de no ofrecer un servicio óptimo, omitiendo la realidad en las imágenes enviadas para la toma de decisiones. Un duro comunicado que evidencia dos realidades: el VAR en España deja mucho que desear y la batalla entre instituciones sigue más latente que nunca.

Compartiré ahora como cierre una anécdota que viví hace unos meses. Me encontraba trabajando, listo para cubrir uno de los clásicos de la pasada temporada entre Barcelona y Real Madrid. Por lo que fuera, aquella noche el encuentro se pudo ver por televisión en abierto y en modalidad de pago. Es decir, dos canales diferentes emitieron el encuentro en directo. Y me di cuenta, por dos televisores diferentes, que los dos canales no emitían la misma señal. Se notaba en los planos, se notaba en la altura de las cámaras. No se trataba de la misma señal. Entonces me llamó la atención, porque si eso era así podríamos estar recibiendo encuentros “diferentes”, editorializados según los intereses de unos u otros. Esto era una situación surrealista e importante. Una acción polémica podría ofrecerse y verse con planos y tiros de cámara diferentes, y el aficionado podría ver tergiversada la realidad. Una repetición con una u otra cámara podría ofrecer u ocultar la acción real. Me llamó la atención aquello, pero lo dejé estar porque no quise crear polémica ni aportar en las conspiraciones populares.

Sin embargo, ahora, con el duro e imponente comunicado de la RFEF, viendo acciones raras como la del penalti no-señalado por mano de Cucurella, leyendo informaciones que afirman un mal funcionamiento del VAR, conociendo que existen estadios con deficiencias y limitaciones a la hora de emitir la señal, todo me cuadra un poco más.

Como resumen, en líneas generales, el VAR en España está lejos de ser una solución perfecta y muchas veces se convierte en un problema.

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