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Foto del escritorEsteban Gómez

Me gusta escucharme a otra velocidad


Alguna vez os habrá pasado. En alguna ocasión os habréis grabado y luego extrañáis la voz que tenéis. Conozco a poca gente que realmente le guste escucharse. Afirman que esta rareza nace porque nosotros, como personas, fisiológicamente, escuchamos nuestra voz diferente por la pequeña distancia que existe entre nuestra boca y nuestros oídos, por la cercanía. Es una explicación muy resumida, seguramente, pero creo que se entiende. Es por ello que luego, cuando escuchamos un audio donde hablamos, nos extraña e innatamente expresamos ese "¿así suena mi voz?".

A mí me ocurre. Mucha gente (demasiada para mi gusto) me felicita cuando he participado en proyectos y he tenido que 'acondicionar' mi voz para ello, pero realmente a mí no me ha gustado nunca. Ni acabará de gustarme, supongo. Eso no quita que siga participando en proyectos o que me desilusione en el tema del podcasting, por ejemplo.

El podcasting, los podcasts, es una de mis aficiones más latentes actualmente. Soy consumidor diario de contenidos. Contenidos de actualidad como programas deportivos o contenidos más atemporales que guardo en esas tediosas 'listas de espera' que hoy en día guardamos en todos nuestros servicios a la carta.

Quiero expresar dos cosas. Por un lado, consumo podcasts a velocidad rápida (escribí sobre el fenómeno del podfasting). Por otro lado, me gusta escuchar los capítulos de mi podcasts a velocidad rápida. No tanto en velocidad normal. Entiendo que, al no gustarme lo de escucharme a mí mismo, puede ser normal lo de no querer escucharme una vez grabado y editado, pero me he dado cuenta que poniendo los audios a velocidad x1,5 mi voz se 'transforma', da la sensación de que es otra persona (me autoengaño, sí) y hasta soy capaz de escucharme a mí mismo, prestar atención y no darme cuenta que realmente estoy haciéndome una autofelación auditiva. Expresión un tanto rara.

Sí. Me he dado cuenta que a otra velocidad, 'distorsionando' la voz natural que tengo, mi cerebro actúa de una forma diferente, acepta que es otra persona, y soy capaz de, primero, escucharlo sin autocríticarme gratuitamente y, segundo, de valorar mi trabajo. No es algo habitual ni una rutina. Sobre todo porque mi actividad no me permite tener la regularidad que me gustaría en Frecuencia MiRondo, pero lo cierto es que me he dado cuenta que escucharme a otra velocidad me ayuda a no ser tan duro conmigo mismo, rebajar la autoexigencia y luego, a posteriori, poder sacar conclusiones 'objetivas' para valorar si un audio del podcast es bueno, normal o malo. Normalmente, está mal que yo lo digo, las sensaciones no son malas. Y con eso intento quedarme.

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