Hace un par de semanas, apareció un mensaje en mi bandeja de entrada de Instagram. Un mensaje que vi casi por casualidad, de esos que aparecen en 'Otros', procedente de personas que no te siguen, o no sigues, y deciden escribirte. Cosa que agradezco, claro, pero que no siempre soy capaz de interceptar.
Me preguntaba si vendía mi cuenta de Twitter. Una cuenta que creé en 2009, que me ha acompañado durante estos 16 años, que me ha visto crecer personal y profesionalmente, que me ha abierto puertas en algunos de los grandes medios de comunicación de España. Bueno, me preguntaba si la vendía.
Según esta persona, estaba desconectado, ya no la actualizaba. Me sorprendió, porque diaramente dedico 2-3 horas fácilmente a crear contenidos desde cero y a buscar otros de otras fuentes para compartir. Pero, según este mensaje, no la actualizo.
Lo que creo que quería decir es algo que, sí, puede ser cierto: no la actualizo como antes.
Antes dedicaba muchas horas a actualizar mi cuenta de Twitter. Demasiadas, lo confieso. Más, teniendo en cuenta que no me daba dinero en sí. Sí los proyectos que surgían, pero no la cuenta en sí. Pero, como entenderás, una vez ya establecí una marca personal sólida, que reunía a decenas de miles de personas al otro lado, empecé a relajarme.
Me costó, confieso. Y ahí sí es cierto que he cambiado. Ahora, muchos de mis contenidos son programados. Sobre todo entre semana. Los fines de semana, viendo fútbol, es diferente, pero ya no dedico ni un 30% del tiempo de antes. Por salud mental, básicamente.
Lo que hacía no era saludable. Ni por la enorme dedicación diaria, ni por los comentarios que tenía que leer. Por eso, entre otras cosas, decidí ir quitándole relevancia. Una relevancia que, lo veo ahora, no era tal. Sirvió durante un tiempo, lo disfruté muchísimo, pero estoy en otro nivel personal.
Por ello, entiendo lo que quiso decir. Evidentemente, la uso, la actualizo a diario, dedico tiempo a crear contenidos (me encanta esto, sinceramente), pero ya no publico decenas de contenidos diariamente.
Y no. Claro que no. No la vendo. Sí es cierto que me puse en ese hipotético escenario en el que accedo a decirle una cifra, y confieso que era muy alta. Por volumen de seguidores y seguidoras, por el tiempo y trabajo dedicados, si la vendiera, debería ser para sacar una cantidad importante.
No se la dije. Me pareció hasta incómodo. Han querido comprarme.
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