Casi sin querer, acabé convirtiéndome en un interesado por las redes sociales. Básicamente, porque cuando era pequeño y tuve que elegir mis hobbies o intereses, no existían. Luego, sabiendo que quería dedicarme al mundo de la comunicación, fui introduciéndome poco a poco hasta convertirlas en una fuente básica de mi trabajo. Así acabé dedicando mucho tiempo a mi marca profesional y siendo community manager.
A nivel laboral, ningún problema. Es un sector que me interesa, que está en constante movimiento y también me permite tener una atención diaria que me hace sentir pleno. Pero, a nivel personal, usuario, es cierto que me encantaría tener la capacidad de desconectar de las redes sociales. Es una especie de debilidad expresar esto, esa especie de adicción (porque no soy capaz de desconectar al 100%), pero es la realidad.
Partiendo de esto, recientemente leí un artículo en la BBC que hablaba del término JOMO: joy of missing out. ¿Te suena lo del FOMO? Pues lo contrario, al revés. Me encantaría vivir el JOMO, el poder olvidarme absolutamente de lo que pasa en redes.
No me considero adicto, pero sí sé que a diario paso más tiempo del necesario. Insisto. No me considero adicto, ni mucho menos, pero sí me gustaría tener el control total de si no publico varios días seguidos, no pasa nada. Porque no, no pasa nada. A nivel laboral, todo, lo que surja, lo que sea necesario, pero me encantaría dedicar mucho más tiempo a otras cosas que, además, me vendrían genial.
Quizás el JOMO, ese disfrutar de pasar absolutamente de las redes, debería ser uno de mis objetivos para el año 2025. Esto, además, tiene mucha relación con un cambio de vida que desde hace tiempo necesito. Conseguir un trabajo que no tuviera nada que ver con medios de comunicación, agencias o redes sociales sería ideal. No le cierro puertas, pero sería interesante para sanar.
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