Guardo confesiones que no han visto la luz. Escondo opiniones que podrían etiquetarme, que podrían ponerme en un escenario concreto de cara al resto. Tengo gustos que nunca he compartido. Tengo comentarios que existen, que laten, que tengo dentro, pero que no saldrán a la superficie.
No lo hago aquí. Mucho menos en redes sociales. Esta zona de confort es maravillosa. No opinar no quiere decir no tener opinión. No opinar supone tener claras las cosas, pero ver todo desde fuera, sin formar parte de ello, sin tener consecuencia.
Supongo, cuando llegue a una edad en la que me dé exactamente igual todo, cuando todo esté por detrás y poco por delante, será el momento de dar ese paso.
Algo así como pequeños grandes secretos.
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